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Serie Atómica XLV Rodio

Como ya adelanta nuestra profesora de química habitual, William Hyde Wollaston fue un químico británico de una familia acomodada aunque muy numerosa. La herencia de uno de sus 16 hermanos le permitió dedicarse a las ciencias sin necesidad de ganarse la vida y costearse el tratamiento de los valiosos minerales del platino, donde se escondía, entre otros, un escaso metal brillante de gran dureza, el rodio. El color rosa de algunas de sus sales disueltas en agua le sugirió a Wollaston el nombre rhodium, del vocablo griego del color y la flor rosa, rhodon. Nuestra forma, que obviamente viene del latín rosa, rosae, fue posiblemente introducida en la península itálica desde el griego antiguo a través del osco, lo que establecería una conexión con numerosas lenguas antiguas, desde el egipcio antiguo wrt -y el copto uort o árabe warda- al proto-iranio *wardah, lo que implica un misterioso intercambio entre lenguas de familias muy dispares.

Por su escasez y valor, el rodio es el metal más caro, pero una fina película de este elemento es suficiente para proporcionar una gran dureza, brillo y propiedades hipoalergénicas a las piezas de joyería. El rodio es lo suficientemente inerte o noble como para no interesarse en las reacciones químicas de la biología.

Aliphant MCLXI Serie Atómica XLV Rodio

Serie Atómica XLIV Rutenio

No fue hasta el descubrimiento de 1844 en la Universidad de Kazán por el químico Karl Ernst Klaus, que por germánico que suene había nacido en el Imperio ruso y procedía de una familia del Báltico, que el tímido Rutenio vio la luz del descubrimiento. Había coexistido con otros elementos del grupo del platino en minerales tanto tiempo que había pasado desapercibido a alquimistas y químicos, pero en su afán de atacar rocas con agua regia al final dieron con él. Los rusos andaban con la idea de dedicar un elemento a la Madre Patria, y tras varios intentos fallidos de sus compatriotas, Klaus pudo abrir así la veda de reivindicaciones nacionales, con el nombre latino de Rusia, Ruthenio.

El Rutenio es un metal espectacular como catalizador, es decir para facilitar ciertas reacciones químicas que en condiciones normales no se producirían y sin por ello afectar al resultado, y su uso en compuestos en los procesos de hidrogenación le valió el premio Nobel de Química al japonés Ryoji Noyori en 2001. 

La propiedades de este escaso metal plateado y sus compuestos abren un mundo de posibilidades en el presente y en el futuro cercano. Su resistencia a la corrosión favorece su uso en los contactos de los circuitos integrados, su principal aplicación hasta el momento junto a su función como catalizador. El ruteniato de estroncio es un superconductor que manifiesta hiperfluidez como el Helio-3, es decir, se sale de los recipientes que lo contienen como un pulpo estresado. El isótopo radiactivo Ru-106 es un instrumento eficaz para destruir melanomas en la úvea, es decir, permiten atacar directamente a los tumores formados en el ojo. Y sin por ello terminar la lista, su potente absorción de luz incita su uso en estaciones solares.

Con todos estos ingredientes, la viñeta del rutenio transporta nuestra clase de química a la Rusia romántica del siglo XIX, que la escritora Leigh Bardugo ha mezclado con el steam-punk para crear el Grisha-verso en sus novelas de Shadow and Bones, una sociedad en conflicto entre magos manipuladores de elementos, los grisha, y de individuos no mágicos que recurren a las armas de fuego y artefactos adelantados a su época. 

Bud’te zdarovy, daragoy chitatel’! 

Aliphant MCLVI Serie Atómica XLIV Rutenio

Serie Atómica XLIII Tecnecio

En 1937 la comunidad científica pudo al fin respirar tranquila. Durante setenta años el modelo de la tabla periódica de Mendeleyev se había convertido en una herramienta muy eficaz, no sólo para clasificar los elementos conocidos, sino para predecir las propiedades y finalmente descubrir los que todavía no se habían encontrado. Y sin embargo, el elemento 43 se resistía a aparecer y las falsas alarmas se prodigaron ante el desconcierto de la comunidad científica. O el modelo no funcionaba, o simplemente era el propio átomo de 43 protones el que parecía no dar buen resultado.

En 1937, en la Universidad de Palermo, Carlo Perrier y Emilio Segrè trabajaron con unas planchas de molibdeno 99 que eran residuos del ciclotrón de la Universidad de Berkeley, California. La basura de uno es el tesoro de otro, se dice, y en ese material sobreexcitado por su uso en el acelerador de partículas se producía un desintegración de un neutrón en un protón y un electrón, lo que convertía en molibdeno en el nuevo elemento que los italianos llamaron tecnecio, por haber sido creado de forma artificial.

Los isótopos más estables de Tecnecio tienen un periodo de semidesintegración de 4,2 millones de años, lo que implica que todo este elemento que procedía del polvo estelar que formó nuestro Sistema Solar ya se había convertido en molibdeno hacía eones, o en lo que le parecería a Jordi Hurtado un abrir y cerrar de ojos. No quiere decir que no exista el tecnecio de forma natural, ya que es un producto bastante poco frecuente de la fisión nuclear del uranio por lo que, aunque en una escala miserable, se sigue generando en estos momentos en ciertos minerales. También se halla en otros lugares del Cosmos, según el espectro de las estrellas gigantes rojas, pero allá, no está tan a nuestro alcance. 

Aunque su implicación en el desarrollo de la vida es prácticamente nula y su interacción actual bastante desaconsejable por su naturaleza inestable, la aplicación como marcador radiactivo del isótopo 99mTc ha demostrado su utilidad en medicina. Obviando el ligero inconveniente de la radiactividad, también es un efectivo protector del acero contra la corrosión, pero no se puede tener todo.  Tal vez, sólo tal vez, lo más interesante de este elemento sea la lección de humildad que supone cuando creemos conocer las leyes del Universo y no está en nuestras manos imponerlas.

Aliphant MCLI Serie Atómica XLIII Tecnecio

Serie Atómica XLII: Molibdeno

Por absurdo que nos pueda sonar decir de un elemento que se parece a otro y con eso darle nombre para diferenciarlo, el sueco Scheele en 1778 no dio más de sí. Molibdos es el nombre del plomo en griego antiguo un metal al que se parece al molibdeno salvo en que sus átomos difieren en 40 protones lo que hace del elemento más desconocido la mitad de ligero.

El molibdeno usado en las alineaciones de acero potencia tanto su resistencia que durante un tiempo se difundió el falso mito según el cual los herreros japoneses del siglo XIV ya lo utilizaban en la construcción de katanas. Es más, se contaba que el maestro Masamune, autor de algunos de los tesoros imperiales de la tradición japonesa derramó por error en la forja un remedio de molibdeno que usaba para tratar el asma, dando lugar a su codiciado secreto para la creación de las espadas. Al final, no hay pruebas de nada de esto, ni siquiera del uso del molibdeno como remedio de la medicina tradicional oriental.

Lo que sí es conocido es la importancia del cofactor de molibdeno en el desarrollo de la actividad de las cianobacterias, lo que permitió cambiar la atmósfera de nuestro planeta y dar lugar a las plantas y a los animales. Por primera vez en la historia de nuestro planeta los seres vivos transformaron el mundo en el que vivían, aunque esta vez a su favor y al de las futuras especies.

Aliphant MCIL Serie Atómica XLII: Molibdeno

Serie Atómica XL: Circonio

Si un género de entretenimiento puede ser etiquetado por falta de humildad, es sin duda el circense; jamás la calidad de sus números puede ser anunciada sin hipérboles: «el mayor espectáculo del mundo», «lo nunca visto», etc. Afortunadamente, el elemento de esta entrega, el circonio, merece toda su fama de resistencia a la corrosión y en parte es debido a que su nombre no tiene nada que ver con el circo, sino con el término persa zargun que significa «similar al oro».

En 1789, el químico prusiano y antiguo boticario Martin Klaproth lo descubrió en un jergón de Ceilán y lo llamó Zirkonerde, «tierra similar al oro» por su brillo casi diamantino, por lo que en nuestro idioma el circonio y sus compuestos pueden escribirse con c o con z.

La cristalización artificial y controlada del óxido de circonio permitió crear gemas de buen tamaño y con prestaciones que recuerdan al diamante, las llamadas circonitas, piedras angulares de la bisutería, pero a diferencia del más duro de los minerales, carecen de su brillo refulgente. Aún así, la resistencia a la oxidación favoreció su uso en materiales cerámicos de la industria aeroespacial. 

Aunque su intervención en los procesos químicos vitales es nula o al menos desconocida, el carbonato de circonio se utilizaba en lociones para contrarrestar las fricciones accidentales con hiedra venenosa, aunque hoy en día se ha reemplazado por medicamentos que provocan menos reacción en la piel.

Aliphant MCXXXVII Serie Atómica XL: Circonio

Serie Atómica XXXIX Itrio

Dos pueblecitos suecos son el origen de una cantidad tan descomunal de elementos que provocaron que se quedaran sin ideas para nombrarlos. El más reciente es Älmhult, donde se fundó IKEA y obviamente no es el objeto de la serie atómica. El  segundo, a 250 kilómetros del primero, es Ytterby, en la isla de Resarö, y cuyo nombre en sueco significa «pueblo exterior». Pero fue el interior de una antigua mina de cuarzo del lugar donde se produjo el descubrimiento de los elementos Itrio, terbio, erbio e Iterbio evocando a este topónimo sin muchas pretensiones. De los minerales de este lugar también se descubrieron el escandio y los lantánidos holmio, tulio y gadolinio,

El itrio es una de las llamadas tierras raras, junto a sus compañeros de la mina, e incluso conservan propiedades químicas similares porque tienen cambios en la configuración de sus capas electrónicas que afectan poco en la cesión y captura de electrones. Se encontró con más facilidad en las piedras lunares y no tiene intervención conocida en las reacciones químicas esenciales para los seres vivos. Su uso en los leds rojos y en aleaciones para superconductores ha despertado cierto interés en este elemento en la industria de tiempos recientes, donde se prueba prácticamente de todo para ver si los resultados de las pruebas mejoran. 

Desde que el gran químico sueco Arrhenius se hizo con un trozo de yttterbita en 1787, nadie cuestionó ya que ese pueblo era una mina… literalmente.

Aliphant MCXXX. Serie Atómica XXXIX Itrio

Serie Atómica XXXVIII Estroncio

Posiblemente con el nombre más feo que un descubridor pondría jamás a un elemento, el estroncio es un metal alcalinotérreo tan parecido al calcio que puede sustituirlo en los huesos sin grandes diferencias. Los químicos Aidar Crawford y William Cruickshank descubrieron en 1790 el nuevo elemento en una mina de Strontian, Escocia, pueblecito que en gaélico se llama Sròn an t-Sithein, la nariz -o saliente- de la colina de las hadas.

Al arder, luce con un brillante rojo carmesí, lo que lo convierte en un apreciado material de pirotecnia y para la construcción de sables-láser de Sith en alguna lejana galaxia, tiempo ha. También absorbe los rayos X, por lo que durante mucho tiempo recubrió el vidrio de los tubos catódicos, protegiendo así de la radiación a los teleespectadores, aunque poco podía hacer contra la teletienda, los culebrones y las cartas de ajuste.

La humildad de los descubridores nos privó de nombres más sonoros para el elemento como Escocio o Caledonio, pero llevando el símbolo como un señor (Sr) su legado en la tabla periódica es sin duda inmortal.

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Serie Atómica XXXVII Rubidio

Descubierto en 1861 por dos científicos alemanes conocidos por otras aportaciones más populares, el rubidio, al carecer de un mineral de donde se pueda extraer con cierta facilidad, nunca ha tenido gran interés para la industria hasta nuestra era.

Robert Bunsen, padre de la espectroscopía e inventor del mechero estrella de los químicos y Gustav Kirchhoff, que con su ley de las corrientes enseñó a los futuros electrónicos cómo hacer trampas con la física, tuvieron su momento de probar su nuevo espectroscopio de emisión de llama con todo lo que se moviera o no. Por aquel entonces, tomaron 150 kilos de lepidolita y consiguieron 360 gramos de rubidio, siguiendo un proceso que un año atrás les había permitido descubrir el cesio. En el espectroscopio, el nuevo elemento se mostraba con líneas de brillante rojo carmesí, así que, antes de que viniera cualquier Sith, le dieron el nombre de Rubidium, que como en el corindón rubí, hace referencia a su color, aunque sólo en su caso a nivel espectral. 

El rubidio es un metal gris brillante violentamente reactivo, que en cuanto se expone al aire arde y se derrite por su propio calor de combustión, de manera que es necesario almacenarlo en ampollas de vidrio. No parece intervenir en las funciones vitales de los organismos, así que puede utilizarse como marcador, en especial con su isótopo Rb-82.  Su uso para crear láseres de confinamiento magnético para condensados Bose-Einstein así como células de aprovechamiento de la energía termoeléctrica a partir del principio magnetohidrodinámico ha hecho despertar un intenso interés científico en él que hubiera ruborizado a sus detractores del pasado.

Aliphant MCXXI Serie Atómica XXXVII Rubidio

Serie Atómica XXXVI Kriptón

Cuando Sir William Ramsay, el gran cazador de gases nobles, localizó en 1898 las trazas en el aire licuado del elemento trigésimo sexto, le llamó kriptón por la raíz griega que significa «oculto» y la terminación en -ón de todos estos elementos del grupo VIII excepto el helio, y que incluye entre esta columna al último elemento sintetizado, el oganesón.

El kriptón o criptón empieza a ser un átomo tan grande que es capaz de saltarse su inerte condición y formar fluoruros con cierta ayuda. No obstante, no es tóxico salvo por la asfixia que provocaría al desplazar gases vitales y la cantidad que se genera en procesos de fisión permanece en pequeñas trazas en la atmósfera al pesar más que al aire. Como otros gases nobles, tiene interés como sedante, en los tubos de luz y para construir láseres.

Cuarenta años después, a los creadores de Superman, Siegel y Shuster, les hizo gracia el nombre del elemento y decidieron llamar así tanto al destruido planeta de origen del extraterrestre como a su perro Krypto y a la dañina kriptonita, el meteorito que tanto perjudica a los kriptonianos y ha generado tantos contenidos para las historietas del Hombre de Acero. 

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Serie Atómica XXXV: Bromo

Habrá que comenzar indicando que nada de lo que se va a exponer pudiera ser considerado una broma, aunque, no obstante, así pudiera parecerlo. El concepto de broma como recurso cómico a expensas de la ingenuidad o desconocimiento de otra persona es posterior al Siglo de Oro donde se utilizaba para una molestia muy pesada, por analogía al delgado molusco bivalvo broma, que engordaba devorando la madera sumergida de los barcos a los que atacaba y en los que acababa generando vías de agua. El nombre de este lamelibranquio procede del griego antiguo βρῶμα, vrooma, y a su vez de la expresión «devorar» o «comida». Y es que en la Antigua Grecia nadie se tomaba en serio la comida rápida. 

Pero incluso alguno manjares pueden ser hediondos, como ciertos quesos o vísceras y para ellos se usaba la palabra βρῶμος, vroomos, en el sentido de maloliente. Algún recuerdo pestilente les llegó a los académicos cuando apreciaron el tóxico olor del líquido elemento trigésimo quinto, aislado en 1825 por Carl Jacob Löwig y que, en consecuencia, se quedó en la tabla periódica como bromo.

El bromo es un halógeno líquido rojizo a temperatura ambiente, pero difícilmente se halla en estado puro dada su reactividad.  Es altamente tóxico lo que no impide que, en trazas mínimas, se encuentre en los seres vivos donde desempeña una función poco conocida, tal vez ayudando a construir las membranas celulares. El envenenamiento por bromo se denomina  bromismo, y el envenenador, lejos de ser considerado un simple bromista ha de pagar por sus actos, pues por etimología es redundante hablar de una broma pesada. Todas lo son, o nadie hubiera reparado en ellas o reparado los estropicios navieros de la temida Teredo navalis.  

Aliphant MCVII Serie Atómica XXXV: Bromo

Serie Atómica XXXIV Selenio

En 1817, el sueco Berzelius descubrió un nuevo elemento, y para completar la parejita del Teluro, nombrado así por toda la Tierra, decidió llamarlo Selenio, en honor a su satélite compañero de viaje y al que la Humanidad no se acercaría hasta siglo y medio después. 

El metaloide selenio tiene propiedades similares a los de sus compañeros de grupo, el azufre y el teluro y ha cobrado especial interés en tiempos recientes con la concesión del Nobel de Química de 2023 a los investigadores Bawendi, Brus y Ekimov de unos nanocristales semiconductores llamados puntos cuánticos basados en compuestos binarios como el seleniuro de cadmio  y cuyas aplicaciones desbordan las fronteras de los materiales actuales.

La fascinación por la Luna ha enriquecido la narrativa popular de todas las culturas del planeta y no podía faltar en esta edición de la serie atómica que coincide con el día de Halloween.

Feliz día de todos los santos.

Aliphant MCV. Serie Atómica XXXIV Selenio

Serie Atómica XXXIII Arsénico

Una etimología popular es un simpático fenómeno de paronimia donde el lingüista que todos llevamos dentro trata de relacionar dos palabras similares con un mismo origen, aunque el parecido sea por mera convergencia evolutiva. Así, un mineral cristalino amarillo-dorado llamado oropimente – de pigmentación áurea- se conocía también como azarnefe en español, lo que procedía del persa «zarnikh» a través del árabe. A los antiguos griegos les parecía «zarnikh» muy similar a su adjetivo «arsenikos», masculino, viril, por lo que decidieron que ese metaloide debía llamarse así en su idioma y a los que recibían el nombre de Arsenio, se les auguraba una masculinidad áurea.

El arsénico fue desde muy temprano utilizado como un discreto veneno cuyos síntomas eran más difíciles de percibir, por lo que no tardó en convertirse en el veneno de reyes y rey de los venenos, ya que el riesgo de represalia por magnicidio requería cierto sigilo. Sus aplicaciones como colorante alimenticio y del hogar incluían dar un tono verdoso a los caramelos y al papel de pared de las casas del siglo XIX. Cuando su toxicidad se hizo notoria en episodios como el envenenamiento por caramelos de Bradford de 1858, que causó la muerte de 21 personas al cambiarse por error el yeso que sustituía al costoso azúcar por trióxido de arsénico, comenzó a utilizarse como pesticida y como sustancia dopante para caballos de carreras. La ingeniería química siempre consigue abrir un camino para todo.

El arsénico, pese a sus efectos nefastos para los mamíferos, se utilizó como medicamento para la sífilis y sigue teniendo su interés en tratamientos para destruir células cancerosas; Paracelso tenía razón en que la diferencia entre un medicamento y un veneno es cuestión de dosis.

Aliphant MCI Serie Atómica XXXIII Arsénico

Serie Atómica XXXII Germanio

La carrera de los químicos del siglo XIX por identificar los elementos que predecía la tabla periódica de los elementos de Mendeleyev, no ocultaba la rivalidad de las naciones que competían en planos más mundanos. Al Galio del francés Paul-Émile Lecoq respondió el alemán Clemens Winkler con el germanio, un metaloide del grupo del Carbono y del Silicio, y que, como éste, es capaz de formar cadenas aunque de menor longitud.

El germanio pasó desapercibido en tiempos remotos a pesar de su abundancia en la corteza terrestre, debido a su carácter disperso.

Su estructura cristalográfica de diamante le convierte en un material muy preciado para la fibra óptica, las cámaras infrarrojas y la fabricación de semiconductores y de los ya muy olvidados DVDs reescribibles.

Aliphant MIC Serie Atómica XXXII Germanio

Serie Atómica XXXI Galio

Entre finales del siglo XIX y principios del XX, los científicos se comportaban como estrellas del rock… perseguían imponer su nombre o el de sus países en sus descubrimientos y tenían un afán de protagonismo que los laboratorios y las grandes corporaciones se ocuparon de apaciguar años más tarde. La ciencia y más aún, las técnicas aplicadas, dejaron de depender de los individuos como Tesla o Edison y se diluyeron en el anonimato de los equipos de laboratorios o grandes corporaciones tecnológicas. Como ejemplo, en los últimos 50 años, apenas cuatro científicos han recibido el premio Nobel de Física de forma individual y lo habitual es concederlo a tríadas por temas comunes. 

El galio, bautizado por su descubridor Paul-Émile Lecoq en 1875 en honor a su país de origen y a su propio apellido que significa «gallo» y suena sospechosamente parecido, fue previsto por el modelo de tabla periódica de Dimitri Mendeleyev con las propiedades típicas del grupo 13 del boro y del aluminio y su masa correspondiente. Aunque no suele presentarse en estado puro, se muestra como un sólido a temperatura ambiente que llega a fundirse en la mano, dado su bajo punto de fusión. 

Su uso actual como semiconductor para la fabricación de componentes electrónicos de altas prestaciones y su carácter no tóxico le ha convertido en un elemento estratégico en la industria actual y su exportación forma parte de las guerras comerciales de las grandes potencias económicas que incluso han tenido que recurrir al reciclaje en momentos de carestía o bloqueos.

El Galio de Lecoq no debe confundirse con el Francio de Marguerite Perey o el Lutecio de Georges Urbain, aunque obviamente los tres son elementos dedicados por sus descubridores a Francia o a su capital París, la antigua Lutecia.

Aliphant MXCVII Serie Atómica XXXI Galio

Serie Atómica XXX. Zinc

El elemento con el nombre más fascinante es, sin lugar a dudas, el zinc. Según Wiktionary, el diccionario universal en 4200 lenguas que es un proyecto hermano de la Wikipedia y que constituye el arma más poderosa de un etimologista, políglota exacerbado o jugador compulsivo de Scrabble, su origen para encontrarse en una expresión germánica para algo puntiagudo o con dientes. En castellano coexiste con la grafía menos científica de cinc, pero en su prestigio hay que añadir que es una de aquellas palabras en la que la i o la e quedan mucho mejor tras la zeta. (Seguramente, otra de ellas es zeta).

Aunque se usó desde la Antigüedad en aleaciones como el latón o auricalco y en su mineral de calamina, que es básicamente óxido de zinc, los alquimistas tardaron en identificarlo como un metal nuevo y diferente al resto y tuvo que ser Paracelso quien lo etiquetó como un extraño estaño.Tal vez la referencia cinéfila más sorprendente de este elemento se produzca con el drama de Tennessee Williams La Gata sobre el Tejado de Zinc, dado que tanto en castellano como en portugués tradujeron el título «Cat on a Hot Tin Roof» obviando que tin es estaño y no zinc, probablemente por el parecido de ambas palabras, aunque sin mucha justificación para aquellos traductores de sesgo no científico.

El Zinc es uno de los elementos benefactores para los seres humanos y es esencial para la actividad cerebral. La superplasticidad de este metal favoreció su aplicación en circuitos electrónicos, pero una lenta tendencia a estirarse en forma de excrecencias llamadas bigotes de zinc ha sido causante de inesperados cortocircutos. Tradicionalmente, se resolvía añadiendo plomo a los conductores, por lo que la regulación ROHS que elimina este metal pesado ha reabierto un problema de bigotes.

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Aliphant MXC Serie Atómica XXIX Cobre

El cobre siempre estuvo allí, como un regalo de los dioses, como un don de las estrellas. Un metal maleable y buen conductor, fácil de fundir y trabajar y con un brillo rosado que si bien no podía compararse al del oro o la plata, sólo andaba detrás de estos. Y de igual manera, después del oro del Sol y la plata de la luna, el cobre debía dedicarse al tercer astro más luminoso que es el planeta Venus. La tabla periódica demostró que los tres metales pertenecían al grupo 11 y que su distribución electrónica les proporcionaba esas propiedades químicas tan apreciadas.

Volviendo a la Antigüedad mediterránea, todos los pueblos comerciantes habían oído hablar de una isla donde el cobre abundaba y sus habitantes prosperaban bajo la protección de Afrodita, la forma griega de la diosa Venus. Esa isla se llamó Cyprus, Chipre y el metal de Chipre se conocía como «aes cyprium», de donde degeneró cuprum y nuestro cobre. El origen de la palabra Cyprus habría que remontarlo al griego minoico Kupurijo y existe una referencia a la escritura lineal B cretense del siglo XV a.C. Su significado en cambio, es desconocido, y podría volver a hacer referencia al preciado metal que allí era fácil de conseguir.

Por cierto que la etimología de la palabra cobrar nada tiene que ver con las monedas de cobre, y habría que buscar su origen en el doblete latino recobrar/recuperar y el verbo capio, coger. El cobre es uno de los elementos esenciales para la vida y es clave para los procesos de respiración aeróbica. Cuando los microbios que respiraban oxígeno se hicieron fuertes, se aficionaron para siempre al cobre, como cualquier cuprocleptómano de nuestros días.  

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Serie Atómica XXVIII: Níquel

¿Qué tienen en común el escritor y dibujante Sempé con el elemento 28 de la tabla periódica? Aparentemente poco, dado que los procesos orgánicos humanos en los que intervienen el níquel son escasos y más bien de índole tóxica.Y sin embargo, Sempé creó con Goscinny El Pequeño Nicolás y este hipocorístico en alemán se diría Nickel, de la misma forma que Hansel y Gretel rejuvenecen a Hans y Greta.

El Kupfernickel o Nicolasillo del Cobre sigue la pauta del cobalto; los mineros alemanes se encontraban con trazas de níquel en los minerales que complicaban la extracción del valioso cobre y la conclusión obvia es que era producto de la acción de seres mágicos malévolos, que respondían al nombre de pila de Nikolaus. El sueco Axel Cronstedt respetó esta tradición al aislar el elemento  en 1751 y darle el nombre de Nickel.

El níquel es un metal plateado con un ligero brillo dorado y propiedades ferromagnéticas, pero su uso numismático no se produjo hasta el siglo XIX, por lo que no hay en principio asociación alguna con ese concepto de moneda de bajo valor que sustituye a la plata. Las monedas de cobre bañadas en níquel para reducir su oxidación fueron asignadas a valores de 5 centavos en Estados Unidos, lo que era el precio de la entrada de teatros, cines y espectáculos de variedades de principios del siglo XX. Tales formas de entretenimiento de escaso precio se llamaron nickelodeons, así como algunas pianolas a moneda y la productora de Paramount que tiene en nómina a Bob Esponja y su compañero Patricio. El resultado no podía salir de otra forma: niquelado.    

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Serie Atómica XXVII Cobalto

Desdeñado y confundido desde tiempos antiguos, no se identificó al cobalto como elemento hasta  1735 por el sueco Georg Brandt, pero su óxido había sido utilizado por todas las grandes civilizaciones para conseguir un tinte azul resistente en cerámica y vidrio, desde la fayenza egipcia a la porcelana china.

El cobalto era considerado por los mineros como un material de desecho, a menudo encontrado en presencia de vapores tóxicos de arsénico y por ello era considerado producto de las travesuras de los Kobold o trasgos que acabaron dándole nombre.

Su presencia en el núcleo de la vitamina B12 hace del cobalto un material esencial para la vida animal, y su ausencia en la comida de origen vegetal requiere en las dietas vegetarianas complementos sintéticos.

Su uso actual en la tecnología de las baterías convierte a este elemento en uno de los materiales claves de la industria actual, en la que los gremlins ya han sustituido a los antiguos kobold.

Aliphant MLXXVII Serie Atómica XXVII Cobalto