Serie Atómica XL: Circonio

Si un género de entretenimiento puede ser etiquetado por falta de humildad, es sin duda el circense; jamás la calidad de sus números puede ser anunciada sin hipérboles: «el mayor espectáculo del mundo», «lo nunca visto», etc. Afortunadamente, el elemento de esta entrega, el circonio, merece toda su fama de resistencia a la corrosión y en parte es debido a que su nombre no tiene nada que ver con el circo, sino con el término persa zargun que significa «similar al oro».

En 1789, el químico prusiano y antiguo boticario Martin Klaproth lo descubrió en un jergón de Ceilán y lo llamó Zirkonerde, «tierra similar al oro» por su brillo casi diamantino, por lo que en nuestro idioma el circonio y sus compuestos pueden escribirse con c o con z.

La cristalización artificial y controlada del óxido de circonio permitió crear gemas de buen tamaño y con prestaciones que recuerdan al diamante, las llamadas circonitas, piedras angulares de la bisutería, pero a diferencia del más duro de los minerales, carecen de su brillo refulgente. Aún así, la resistencia a la oxidación favoreció su uso en materiales cerámicos de la industria aeroespacial. 

Aunque su intervención en los procesos químicos vitales es nula o al menos desconocida, el carbonato de circonio se utilizaba en lociones para contrarrestar las fricciones accidentales con hiedra venenosa, aunque hoy en día se ha reemplazado por medicamentos que provocan menos reacción en la piel.

Aliphant MCXXXVII Serie Atómica XL: Circonio

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