Cuando Sir William Ramsay, el gran cazador de gases nobles, localizó en 1898 las trazas en el aire licuado del elemento trigésimo sexto, le llamó kriptón por la raíz griega que significa «oculto» y la terminación en -ón de todos estos elementos del grupo VIII excepto el helio, y que incluye entre esta columna al último elemento sintetizado, el oganesón.
El kriptón o criptón empieza a ser un átomo tan grande que es capaz de saltarse su inerte condición y formar fluoruros con cierta ayuda. No obstante, no es tóxico salvo por la asfixia que provocaría al desplazar gases vitales y la cantidad que se genera en procesos de fisión permanece en pequeñas trazas en la atmósfera al pesar más que al aire. Como otros gases nobles, tiene interés como sedante, en los tubos de luz y para construir láseres.
Cuarenta años después, a los creadores de Superman, Siegel y Shuster, les hizo gracia el nombre del elemento y decidieron llamar así tanto al destruido planeta de origen del extraterrestre como a su perro Krypto y a la dañina kriptonita, el meteorito que tanto perjudica a los kriptonianos y ha generado tantos contenidos para las historietas del Hombre de Acero.