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Aliphant’s WISH

En un país del Mediterráneo, un gobernante con un alto concepto de sí mismo comete actos impensables para mantenerse en el poder. Es la trama de Wish, la película del centenario del estudio Disney que lejos de fan service o de una colección de cameos incesante -para eso está el excelente corto «One Upon a Studio»- aprovecha la efeméride para crear una historia de origen que ubique en el mismo universo algunos conceptos de los 61 largometrajes anteriores.

El equipo al cargo es el de Frozen. con Chris Buck al mando, lo que implica cierto tipo de humor más directo y giros argumentales impactantes ,pero también una forma de musical menos tradicional y más al estilo de Lin Manuel Miranda, sin ser éste el autor de las canciones.

A nivel técnico, Wish es un homenaje a los efectos especiales y los estilos de animación que hicieron del estudio un pionero de la técnica, desde la animación de flipbook que dibuja la misma protagonista Asha en un curioso ejemplo de animación dentro de la animación al renderizado con aspecto de acuarela 2D sobre un fastuoso Cinemascope que no se utilizaba desde La Bella Durmiente. Todo un espectáculo para cines donde merecerá la pena quedarse hasta el final de los títulos de crédito, que muestran en orden cronológico los personajes de CASI todos sus largometrajes animados, con alguna nada deshonrosa excepción y una secuencia final esclarecedora, en ese extraño afán de seguir narrando cuando ya están barriendo las palomitas.

Aliphant MCVIII WISH

Aliphant’s Coco

Parafraseando a la segunda película del estudio Pixar, Lee Unkrich hace llorar a las larvas. El director de Coco, la última película del estudio ambientada en la fiesta mexicana de Todos los Santos, remueve las emociones como  Peter Docter en la secuencia de arranque de Up y lleva la máxima disneyana de “por cada risa incluye une lágrima” a un balance menos favorable para la comedia. Aun así, la trama de Unkrich y su puesta en escena es lo suficientemente elaborada como para conmover a toda clase de público sin humillarse hasta la ñoñería de Don Bluth o a la tragedia infantil sin reparos de Isao Takahata en La Tumba de las Luciérnagas.

Coco es el homenaje de la americana Disney del siglo XXI al país vecino, en la línea de las producciones originales de Walt de Saludos Amigos o Los Tres Caballeros, donde la admiración cultural se convertía en un sentido hermanamiento con la riqueza escénica y musical de Latinoamérica.

Aliphant DCCLXX Aliphant’s Coco

Totoro & Aliphant

Konnichi-wa!

Mientras que en occidente, un tesoro viviente es una persona cubierta de tatuajes o alguna de las sufridas mascotas de Paris Hilton, en Japón es el mayor honor que se le puede conceder a un artista de cualquiera de las 16 artes oficialmente reconocidas, incluyendo la ópera noh y el teatro kabuki.

La animación japonesa no está todavía incluida entre estas artes, por lo que Hayao Miyazaki, ganador de un óscar por El Viaje de Chihiro y autor de la película a la que homenajea la viñeta de hoy no corre peligro si se encuentra con Gollum, Sidney Fox o Jack Sparrow, los ávidos recolectores de tesoros.

El gran fondista Kazuo Oga es el autor de las portentosas acuarelas en las que se sitúan las acciones de las películas del Estudio Ghibli. Si bien el popular compositor Alfred Newman decía que nadie sale del cine canturreando el decorado, los fondos de Oga justifican ya pagar por esa sesión.

En 1988, Mi Vecino Totoro, ligeramente basada en la Alicia de Lewis Carrol y en la propia experiencia de niñez de Miyazaki,  recrea un mundo fantástico pero, curiosamente, ajeno al folclore japonés.

Totoro es un troll al estilo europeo de los guardianes de puentes que son engañados por las cabras, o de la franquicia finesa de Moomin, el cual, como suele pasar con Sarah Jessica Parker, era confundido con un caballo (entiéndase como mera ilustración de otra acepción de troll; todo el mundo dudaba de la existencia de los centauros hasta que Sarah tuvo hijos con Matthew Broderick).

 

La transcripción japonesa de troll,  “totoru” es pronunciada erróneamente por Mei, la niña protagonista, como “totoro” pero, al menos en Japón, así es más entrañable. Las úes finales en japonés pueden ser mudas, pero las demás sílabas se pronuncian con la misma intensidad, como con acento maño.

 

Domo arigato!

 

Aliphant DLIX Totoro & Aliphant
Aliphant DLIX. Aliphant & Totoro