En un país del Mediterráneo, un gobernante con un alto concepto de sí mismo comete actos impensables para mantenerse en el poder. Es la trama de Wish, la película del centenario del estudio Disney que lejos de fan service o de una colección de cameos incesante -para eso está el excelente corto «One Upon a Studio»- aprovecha la efeméride para crear una historia de origen que ubique en el mismo universo algunos conceptos de los 61 largometrajes anteriores.
El equipo al cargo es el de Frozen. con Chris Buck al mando, lo que implica cierto tipo de humor más directo y giros argumentales impactantes ,pero también una forma de musical menos tradicional y más al estilo de Lin Manuel Miranda, sin ser éste el autor de las canciones.
A nivel técnico, Wish es un homenaje a los efectos especiales y los estilos de animación que hicieron del estudio un pionero de la técnica, desde la animación de flipbook que dibuja la misma protagonista Asha en un curioso ejemplo de animación dentro de la animación al renderizado con aspecto de acuarela 2D sobre un fastuoso Cinemascope que no se utilizaba desde La Bella Durmiente. Todo un espectáculo para cines donde merecerá la pena quedarse hasta el final de los títulos de crédito, que muestran en orden cronológico los personajes de CASI todos sus largometrajes animados, con alguna nada deshonrosa excepción y una secuencia final esclarecedora, en ese extraño afán de seguir narrando cuando ya están barriendo las palomitas.