A pesar de que hoy hace treinta años que Isaac Asimov se desligó de nuestra línea temporal, su apuesta por un futuro civilizado en el que los grandes conflictos se resolviesen por medio de la lógica y la voluntad de entendimiento y su lapidaria frase de que «la violencia es el último recurso del incompetente», parecen vinculados a una serie de acontecimientos ajenos a nuestra realidad treinta años más avanzada.
Por otra parte, el acontecimiento más destacable en el legado asimoviano ha sido la emisión por Apple TV de una serie inspirada en Fundación, lo que de por sí, implica más un asunto de licencias que de lealtad a un concepto.
Con un alarde de medios técnicos, las bondades de esta serie de ciencia ficción se concentran en su mayor parte en aspectos y subtramas que no pertenecen a la obra original, por lo que se deduce que, si hubieran eludido el título y los nombres de los personajes y topónimos, el resultado no sólo no comprometería la calidad inherente del producto sino que evitaría tensiones en los lectores de Asimov. Detalles fundamentales como la Enciclopedia Galáctica, las leyes de la Robótica, el concepto de Psicohistoria o su visión de la conquista del Cosmos se diluyen hasta desaparecer en la trama, bien sea por el escaso interés que los guionistas deducen que causaría al espectador moderno, por su dificultad de adaptación o incluso por la adquisición de los derechos para tratarlos.