En la historia de la animación hay una contienda de dimensiones épicas y de más de dos décadas de duración famosa por la beligerancia de sus oponentes. Más allá de la carrera entre las industrias americanas y la soviética Multfilm o de la venta de espinacas de Popeye, la pugna de los hermanos Disney por los derechos de adaptación de Mary Poppins de P.L. Travers se ha plasmado finalmente en la primera película en la que un actor, en este caso Tom Hanks, interpreta a Walt Disney como protagonista.
La soleada California de los primeros años 60 es el caldo de cultivo para una historia en la que la visión de la autora y el criterio de adaptación de los guionistas deben encontrar un equilibrio que daría lugar a una película mítica en la historia del cine. La que, probablemente, haya sido la mejor película de 2013, que se ha quedado fuera de la carrera de los Óscars, es un testimonio de las inquietudes de los creadores de sueños.