Odisea en el Espacio fue una obra revolucionaria de la ciencia ficción con un rigor sólo comparable a las obras del gran Julio Verne. El transfondo científico y los detalles tecnológicos sorprenden en esta obra a la vez novela y guión, ya que Arthur C. Clarke trabajaba en el proyecto de Stanley Kubrick a la vez que actualizaba un antiguo relato suyo llamado «El Centinela».
El pasado 19 de Marzo de 2008, el nonagenario Gran Maestro de la Ciencia Ficción, junto con Asimov y Heinlein, abandonaba definitivamente la isla de Ceilán donde residía desde hace décadas.
Su legado, más allá de sus novelas y un Nobel y un Óscar que le negaron a pesar de su candidatura, tuvo una aplicación práctica hoy indispensable: ideó la posibilidad de colocar satélites de comunicaciones en órbita geostacionaria.
Por otra parte, elaboró sus tres leyes de Clarke, ya que «todo pensador que se precie debe elaborar sus leyes para asegurarse de que la apreciación no es sólo propia». [Nota mental: comprobar si alguien ha registrado ya esta ley como suya…] . La tercera ley de Clarke dice que «Cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia». Su obra fue sin duda mágica.
Mis felicitaciones por el homenaje Sir Arthur C. Clarke. Permite añadir una de sus leyes: «Cuando un anciano y distinguido científico insiste en que algo es posible, tiene bastante razón. Cuando manifiesta que algo es imposible, es muy probable que se equivoque»
Y ya que estamos, citamos la segunda: La única manera de descubrir los límites de lo posible es aventurarse hacia lo imposible.