Con las viñetas dedicadas a todas las óperas de Giacomo Puccini (https://www.aliphant.es/Gallery/galleryPuccini.htm), el homenaje por el centenario de su fallecimiento debía ahondar en algún aspecto extraordinario de su obra.
En Madama Butterfly (1904), el genio de Lucca tuvo la ocurrencia de incluir un Coro a bocca chiusa, indicación musical poco habitual que indica que se cante con la técnica vocal de boca cerrada. Obviamente, en este método, el volumen alcanzable es limitado y se opone a la colocación de la voz de los cantantes de ópera en la que se proyecta el canto sin amplificación artificial para ser escuchado por un amplio auditorio.
Existe algún antecedente operístico de Verdi, con un zumbido del coro en su Rigoletto, pero en absoluto alcanza la belleza y solemnidad del «Coro a bocca chiusa» del final del acto II de Madama Butterfly, toda una metáfora de la espera serena en la que los esperanzados protagonistas aguardan un reencuentro imposible.
Casi 120 años después, el tenor de Grounded (2023), la ópera de Jeanine Tesori sobre una piloto americana de F-16 que acaba en tierra, ofrece esta especie de tarareo a modo de canción de cuna, aunque su gorjeo en solitario requiere un micro para ser escuchado en el enorme Metropolitan de Nueva York. Y es que, por desgracia, antes de la llegada del autotune y del reguetón, no había otra forma de hacerse oír en un amplio auditorio que cantar de verdad.