Una de las fuentes de inspiración reconocidas -aunque tal vez sin necesidad alguna, por la obviedad- de las tiras de Aliphant, son las portadas de los álbumes de Ibáñez que fuerzan ciertas normas de creación: una única viñeta, información no explícita detonante de la situación expuesta y un desenlace incierto de la acción que probablemente desemboque en desastre. Suelen ser así las tiras de encargo de un simulador, como el caso que nos ocupa.
De doctores extraños andamos bien servidos por estos lares, pero a los guionistas americanos les sigue pareciendo una fuente de sorpresa y novedad.