La Rondine

Quien inventó aquello de más vale tarde que nunca, evidentemente no se refería a un calendario; aunque bien mirado, seguro que nunca recibió ninguno de Aliphant.

No es cuestión de hacer leña del árbol caído, pero seguro que es peor dejar que ahí se pudra, por lo que aquí viene la excusa de marras…
Por tradición autoimpuesta, una viñeta múltiplo de 25  está dedicada a una reinterpretación de una obra de arte desde Altamira al Ecce Homo ceciliensis, por no salir del arte un tanto rupestre. La elección de Alfons Mucha, pintor e ilustrador checo viene porque su arte estaba inspirado por la escena parisina a la que el mismo dio forma a través de sus carteles e ilustraciones comerciales. Esa misma atmósfera es la que buscó Puccini para ambientar a «La Rondine», una historia de relaciones interesadas siempre opuestas al idílico amor verdadero que la protagonista, una dama de esta frívola sociedad parisina, busca desesperadamente.

Al tratarse de un encargo de Viena al genio toscano, cuando estalló la Gran Guerra que enfrentó el Imperio austrohúngaro con el Reino de Italia, (este relato ya es apto como guión de Berlanga), la obra se quedó en tierra de nadie hasta que se estrenó por fin en el neutral  Montecarlo. La ópera no tuvo mucho éxito y Puccini la reescribió e incluso le dio un nuevo final todavía menos feliz, no fuera eso lo que dificultara su disfrute, donde las golondrinas acaban siempre volviendo al mar.  Y no volviendo, como decía Bécquer, si aprendieron nuestros nombres .

El aria «Chi il bel sogno di Doretta», un paradójico ejercicio de composición dentro de la composición, es una de las obras más célebres para soprano de todos los tiempos.

Aliphant DXXV 

Aliphant DXXV. Mucha’s La Rondine

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