Tanto que contar en tan poco tiempo…
Comencemos con la D. En oposición a lo que generalmente se cree, las cifras romanas nunca tuvieron un origen alfabético. Los símbolos I, V, X son simplemente los trazos más fáciles cuando se hacen muescas sobre un material duro. (Así que se acabó lo de llamar al emperador Carlos Uve o al rey Fernandovii. Por el contrario, esta regla no debe aplicarse ni en los rayos-diez o ni en Malcolm-diez. Los alemanes, ante la duda, los llaman rayos Röntgen, aunque con Malcolm lo lógico es que usaran su apellido, que era Little).
Pues bien, el símbolo romano para el número mil era un aspa con un círculo concéntrico inscrito. Para la mitad, se tomó medio símbolo a partir de la diagonal y se le dio un giro de 45 grados. Tras la simplificación, el símbolo se parecía a la D, que es lo que se asocia con el 500. Con el tiempo, el símbolo del millar se sustituyó con la M de la inicial latina, pero 500 mantuvo la D.
Segunda parte: el retrato más famoso de la Historia tiene tantos mitos y leyendas asociadas que es mejor ni entrar. La técnica sí puede ser algo más desconocida: se trata del trabajo de toda una vida de un genio que nunca quiso dar por terminado. Contiene más de 40 finas capas de pintura semitransparente acumuladas durante pacientes años con la técnica de difuminado o sfumato y posiblemente fue aplicada por los propios dedos del artista de manera que no quedaran rastros de pinceladas. Según algunas teorías, el efecto de composición de capas provoca un efecto casi holográfico en la visión observador que le hace ver en ocasiones la célebre sonrisa y en otras no. También se achaca, con medios científicos posiblemente más baratos, a una divergencia en la mente entre la sonrisa y la hierática expresión general.
En la versión antiana del cuadro, Aliphanto Da Cinco-inci retrató a una dama que por su vis cómica era conocida como La Giocosa. El título tan ambiguo como el cuadro mismo reza: «500 viñetas y aún tengo ganas de reírme»; lo que no explica si es porque se ha reído mucho con las anteriores 499 o porque aún espera reírse con alguna. A cada lector, su interpretación.