E n 1929, el Reverendo Knox estableció el decálogo para las novelas de detectives, dando una pauta un tanto innecesaria para la contrucción de las tramas de misterio y que, por supuesto, se puede resumir en una sencilla premisa: «Nadie está a salvo cerca de Jessica Fletcher».
La primera regla es que siempre hay que dar a conocer al futuro asesino a principio de la trama, pero por supuesto sin descubrirlo de forma evidente. Por eso el fragmento del Génesis de Caín y Abel no es una novela policiaca: conocemos al asesino y cuando Yahvé le pregunta a Caín qué ha hecho, es en plan Gila, de «alguien-ha-matado-a-alguien», pero no porque sea un crimen sin resolver. (Además los sospechosos de la época se reducían a tres).
En esta entrega, Aliphant se encuentra con el detective que lleva las riendas en esta investigación..