Al alba, venceré.

Turandot fue la última ópera de Puccini y, a pesar de que no llegó a verla conclusa, dejó instrucciones bastante precisas para terminarla. Su argumento procede de una historia de la colección de «Las Mil y una Noches»: Turandokht o «La Hija de Turan». Una fábula formal: una princesa oriental debe casarse con aquel príncipe que resuelva un enigma. El error se paga con la pena de muerte, faltaba más. Tras varios pretendientes decapitados, un príncipe exiliado de su reino consigue acertar, pero para darle la revancha, el muy sobrado, concede a la princesa Turandot un doble o nada si adivina su nombre antes del alba. La princesa moviliza a todo el Reino: que nadie duerma, nessun dorma. Calaf, que así se llama el del mismo Bilbao, decide confiar su vida a la princesa y le revela su nombre, de manera que queda en las manos de aquella decidir si se casa con él o lo ejecuta. Puccini hizo hincapié en un detalle bastante más interesante: el egoísmo de los príncipes por defender su orgullo causa la muerte y la tortura a aquellos que les rodean y si, al final, hay un final feliz, está manchado de sangre inocente.

El aria más espectacular, es esta vez para tenor: Nessun Dorma, que nadie duerma. Es la respuesta de Aliphant que trato de traducir a continuación:

Nessun dorma!… Tu pure, o Principessa,

Nella tua fredda stanza

Guardi le stelle

Che tremano d’amore e di speranza.

Ma il mio mistero è chiuso in me…

Vale, que nadie duerma,

pero tú tampoco, Princesa.

Desde tu fría alcoba,

mira las estrellas,

que brillan temblorosas

de amor y de esperanza.

Pero mi secreto, está guardado en mi interior…

Aliphant CCLXVI 
Aliphant CCLXVI. Turandot

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