Si el programador de videojuegos Sir Demis Hassabis ha sido recompensado en este 2024 con el Premio Nobel de Química, el gran Shigeru Miyamoto recibió el Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2012. Tal vez más conocidos sean los personajes de los videojuegos que ha diseñado el maestro Miyamoto, como los hermanos fontaneros de Supermario o cierto elfo -que no gran elfo, líbrenos- de un mundo llamado Hyrule donde se desarrollan las historias de La Leyenda de Zelda.
A diferencia de otras propiedades intelectuales japonesas, la expansión por todo el mundo de La Leyenda de Zelda no procede directamente de un manga o animé, sino de los videojuegos de la casa Nintendo. El argumento de muchos videojuegos no desmerece del de muchas películas y series, y en muchos casos, su rentabilidad es de órdenes de magnitud por encima de los productos del entretenimiento más clásico. En las distintas entregas hay versiones de ciertos personajes que, aunque conservan el nombre y ciertos rasgos principales no necesariamente se trata de los mismos seres con sus vivencias pasadas. La mencionada Zelda es tradicionalmente la princesa en apuros, salvo en la última Echoes of Wisdom. Debe por su honor salvarla el protagonista Link, tipo de pocas o ningunas palabras. En la serie de televisión de DiC de 1989, por el contrario, los espectadores hubieran deseado que no hubiera hablado nunca.
Y como una leyenda, hace tanto tiempo desde que esta viñeta fue encargada por uno de los amables lectores, que ya probablemente no lo recuerde. Y además, hay que agradecer el enderezamiento del entuerto a este formidable programador de inteligencia artificial británico al que la IA le ha concedido la gracia de una herramienta para mostrar la estructura tridimensional de proteínas a partir de sus aminoácidos.
