Mencionar que Mari Carmen Martínez-Villaseñor era ventrílocua para luego denostar su técnica es tan mezquino como menospreciar su aportación como cómica y marionetista en una época en que esas disciplinas triunfaban en televisión en los horarios de máxima audiencia.
Si bien el ventrílocuo español por excelencia por su éxito en la televisión estadounidense fue un emigrante salmantino de nombre artístico Señor Wences, la calidad de manufactura de sus muñecos no era comparable a las que tanto para José Luis Moreno como para la propia Mari Carmen creó el padre de éste, Natalio Rodríguez.
Mari Carmen, conocida como el conjunto de «Mari Carmen y sus Muñecos» insufló el alma a cuatro personajes: la niña Daisy, Rodolfo el León, Nícol el pato y por supuesto la anciana irreverente Doña Rogelia. Era también la época de Jim Henson y Frank Oz, en la que estos grandes titiriteros eran capaces de crear no sólo la voz sino la esencia de sus dispares personajes, desde la rana Gustavo al Maestro Yoda.
Con Doña Rogelia, Mari Carmen presentó uno de los más grandes chistes de la época dorada de la televisión pública: en la luna de miel, el esposo de Doña Rogelia siempre parco en palabras presenta a su recién casada el mar:
– Rogelia, el mar.
– Cuánta agua.
– Debajo hay más.