Aunque los XXIII Juegos Olímpicos de Invierno tuvieron lugar en febrero de 2018 Corea del Sur y supuso un nuevo récord en medallas para Noruega, la nación vencedora, su repercusión mediática no es comparable a la de los juegos de verano. El Comité Olímpico Español, con apenas dos medallas de bronce consiguió mejorar sus resultados de la historia de sus participaciones, aunque es cierto que se reducían a la medalla de oro de Sapporo en 1972 y la de bronce en Albertville en 1992.
No obstante, lo importante es participar, y 92 NOCs mandaron a sus equipos de deportistas de invierno mientras que Rusia no pudo presentarse por la sanción por dopaje a la que fue condenada y sus clasificados libres de sospecha se inscribieron a las pruebas a nivel individual. Todo un cambio para los rusos tras celebrar los juegos de Sochi en 2014.
Sea por tradición o por falta de originalidad, la mascota olímpica elegida volvió a ser un tigre coreano, símbolo del folclore nacional y con un diseño muy cercano al felino naranja que anuncia unos cereales y que ya parecía inspirar a Hidori, el emblema de los juegos de Seúl en 1988.