Los prerrafaelitas, bien sean los groupies de Raphael o la extraña hermandad de pintores y críticos que reivindicaron el arte renacentista antes de su supuesta degeneración por parte de los manieristas, se engloban dentro de los movimientos culturales del siglo XIX. El pintor ultrajado en la viñeta de hoy, Lord Frederic Leighton, tuvo a su pesar entrar en el libro de los récords por haber fallecido justo el mismo día que fue nombrado barón, por lo que en su efímera baronía mejor no ahondar.
Su obra tal vez más destacada, ‘Flaming June’ representa a una elegante señora descansando la vista a pierna suelta, en una terraza con vistas descansadas a un luminoso mar. Las adelfas representadas, dentro de las manías florales de la época, sugieren una intoxicación que pudiera no hacerla despertar, pero no hay constancia de que le hubiera hincado el diente al macetero más próximo antes de planchar la oreja. Sea como fuere, las telas vaporosas en tonos naranja y la calidad de la iluminación de la escena, hacen del Junio Flamante una de las obras de referencia de su estilo.
El cuadro reside en el Museo de Ponce, Puerto Rico, al ser adquirido en subasta por un industrial de la isla en los años sesenta por 140$, el equivalente actual de 630 euros o seis cartones de Malboro, en una época en que la gente prefería invertir en salud que en arte victoriano. A pesar de su iconicidad, es denostado por parte de la crítica por su escasa precisión en los detalles y a la vez por su falta de riesgo, por no trasgredir límites pero tampoco mantenerse en el rigor académico. No obstante, pocos discutirán que es muy naranja.