En la larga historia de nuestra Civilización, desde la torre de Babel hasta la película de las Spice Girls, las catástrofes nos han devuelto la dosis de humildad que nunca debimos perder.
Hace 100 años, las heladas aguas del Atlántico se tragaron al RMS Titanic tras su primer arañazo en la pintura con un cubito de hielo de unas dimensiones de ríanse de la escarcha de sus congeladores. A dos tercios del pasaje ya no les preocupó que se perdieran sus maletas.
Con todo ello, los guionistas de Hollywood encontraron un tema fascinante para desarrollar todo su potencial narrativo. En lugar de rodar la tercera parte de «Llegada del tren a la estación» o el remake de «Viaje a la Luna», 29 días después del naufragio, la actriz y guionista Dorothy Gibson, protagonizó «Saved from the Titanic» basado en su propia experiencia como superviviente. La película, por desgracia, a diferencia de la célebre canción de Céline Dion, se ha dado por perdida, pero es todo un ejemplo de superación personal de tragedias en una época en la que el psicoanálisis todavía no había pasado la primera ITV.
Como moraleja, desconfíen de toda amenaza que no sobresalga del agua más de un noveno de su volumen total.