Especial 11/11/11

Existe una belleza inherente en el número 11 y sus múltiplos, por las frecuentes simetrías y números capicúas que generan las operaciones con la misma cantidad de unidades que de decenas en nuestro sistema posicional de base 10.

No obstante, el once es el número que primero desbordó los cálculos arcaicos; técnicamente no quedaban dedos ya en las manos de nuestra especie para seguir contado. El étimo del inglés eleven y del alemán elf parece hallarse en el germánico «ein lif», que significaría «one left», o «nos estamos dejando uno», porque las manos estaban ya completas.

La forma latina undecim que evoca un sistema de inversión unidad-decena, proporcionó los fonemas en las lenguas latinas para once y onze. De igual modo se comporta la voz griega enteka o endeka. El ruso odinnadtsat’, sin embargo, es más peculiar; se traduciría como «uno sobre diez» y procede de la palabra dest’ que era la unidad de resma o de papel de escritura sobre el que se contaba.

La superación del número de dedos hizo del once un sinónimo de una gran cantidad, y así en eusquera el numeral hamaika se usa también como sinónimo de infinidad, de gran cantidad. La expresión de longitud «de once varas», tanto si hiciera referencia a la vara castellana como a la aragonesa, daba una idea de una tela de gran extensión, que superaba los ocho metros y medio, de nuevo con la idea de fuera de límites. La famosa camisa de once varas en la que los imprudentes se suelen meter, se refiere a una camisa de grandes dimensiones que los niños al ser adoptados atravesaban desde la manga hasta la apertura del cuello a modo de imitación de un segundo nacimiento. Es el uso de la forma activa  la que marca el matiz de imprudencia, dado que lo normal es que un niño sea adoptado, pero no que busque él mismo su adopción.

Feliz 11/11/11

Aliphant CDLXXXIX

Aliphant CDLXXXIX Once. Especial 11/11/11

Deja una respuesta