Cuando en 1975 Benoît Mandelbrot acuñó el término fractal, a partir de la idea de unos elementos de apariencia rota o discontinua, tal vez no pudo imaginar el enorme impacto de esta rama de la geometría en el mundo moderno, y lo que es aún más curioso, en su estética.
Se podría afirmar que los fractales son unos objetos de naturaleza iterativa y por tanto ilimitada, de dimensión intermedia, como en el chiste del número de ojos del piojo y que nos evocan gráficamente la idea de infinito sin graves secuelas para nuestras restringidas capacidades mentales.
Sus investigaciones más prácticas, permitieron crear modelos de los «fractales naturales», como la línea de costa, las formaciones nubosas, los cristales de hielo, la burocracia corporativa y las matriochkas rusas.
Aliphant CDXLI. Homanaje a Mandelbrot, padre de la geometría fractal