Traducir el humor es como trasladar una obra de arquitectura. Nunca quedará como en la localización original, es difícil que no sobren o falten piezas y seguro que salen nuevas grietas de asentamiento. Por otra parte, nadie mejor que el autor para tratar de conferir el mismo sentido o uno completamente nuevo basado en un guión original para ese idioma.
Si, a pesar de todo, la traducción se lleva a cabo, no deja de ser un acto de traición, traduttore, traditore, cuyo mayor aliciente es la posibilidad de que accedan a la obra unos 1.800 millones de congéneres adicionales. Posibilidad altamente improbable, pues si ya ellos mismos no se leen lo que escriben en su idioma, como para ponerse con lo del extranjero. De todas fomas, gente hay para todo y a cualquier hora,
Desde ayer, las 402 primeras viñetas de Aliphant se encuentran ya traducidas al inglés o adaptadas en los casos más complicados a nuevos guiones con las mismas imágenes. Dificultades han surgido de todo tipo: juegos de palabras intraducibles, canciones o textos en verso que deben ajustarse a una métrica no latina e incluso textos en decorados que han sido necesario reconstruir.