Más cercana en su significado original la traducción cláśica «El Sueño de una noche de San Juan», «A Midsummer’s Night Dream» es una de las comedias de enredo de Shakespeare ambientadas en una fecha relevante del año, las festividades paganas del solsticio de verano del Hemisferio boreal que el cristianismo asoció a la festividad de San Juan Bautista.
Como una ingeniosa mezcla de tramas que cruza personajes de tres niveles, el feérico, el de la nobleza ateniense y una compañía de actores aficionados que introducen el recurso multidimensional del teatro dentro del teatro.
Asociada desde el siglo XIX a la música incidental de Félix Mendelssohn y a las óperas de Purcell y Britten, no tardó en adaptarse al cine con distinta fortuna, desde la versión de 1935 con unos jovencísimos Olivia de Havilland como Hermia y Mickey Rooney como Puck a la más accidentada y casi olvidada versión de 1999 de Michael Hoffman con un elenco de Hollywood que unía estrellas de la talla de Calista Flockhart, Michelle Pfeiffer, Christian Bale o Kevin Kline. Cabe también mencionar su relevancia en la trama de El Club de los Poetas Muertos o de la serie Gárgolas, donde el universo shakespeariano cobraba una segunda vida bastante animada.
Quiso el hijo de William Herschell, descubridor de Urano y sus dos primeros satélites que las lunas recibieran los nombres de Oberón y Titania por los reyes de las hadas de esta obra. Más adelante se les unió el satélite del liante Puck cuyos cráteres adquieren el nombre de espíritus traviesos del folclore europeo. Con 28 satélites ya detectados, la lista de personajes ya no dio de si para tanto objeto de nomenclatura y la norma se expandió a otras obras de Shakespeare y de otros autores de su época, como Alexander Pope, pero eso ya es desde luego, otra historia.