Entre sus variadas manifestaciones y compuestos, este metal grisáceo se escapó a los antiguos y no fue hasta que sir Humphry Davy se dedicó a electrocutar todo lo que se ponía a su alcance, allá por 1808, cuando se aisló por primera vez el calcio.
Y es que, compuestos de calcio con composiciones similares muestran aspectos y propiedades muy dispares. Desde el pesado y brillante mármol a la quebradiza caliza que se moldea como irregulares estalactitas y estalagmitas en las cuevas calcáreas no dejan de ser carbonato cálcico con impurezas,mientras que el yeso y el traslúcido alabastro son muestras de un soluble sulfato cálcico. El óxido de calcio es la llamada cal viva y cuando se le echa agua, lejos de apagarse, reacciona violentamente y se convierte en hidróxido de calcio o cal muerta.
La palabra calcio viene del latín calx, que se usaba para la piedra caliza y posiblemente viniera de un término griego para guijarro Más interesante es el origen del alabastro, omnipresente en el arte medieval aragonés por su abundancia, aunque se remonte al griego alabastron, por una ciudad egipcia donde también se prodigaba y que podría estar dedicada al culto de la diosa gata Bast. Y de ahí, lo de ver menos que un gato de escayola.