La colección de cuentos en árabe conocida como Las Mil y Una Noches aunque tiene su origen en relatos de civilizaciones más antiguas empezó a cobrar forma en torno al 850, se le agregó su trama de cohesión hacia el siglo XIV con el cuento de Sheherezade y, ya en manos de Antoine Galland, en 1704 fue traducida al francés y comenzó su divulgación en Occidente. Galland añadió al corpus que tradujo los relatos sirios de Aladino y Simbad, profusamente adaptado el primero por Disney y maltratado por Dreamworks el segundo. Es decir, Aladdin y Simbad fueron agregados al Milyunanochesverso y pasaron a ser canon tras haber pertenecido a colecciones random (Nota para los postmillenials).La historia se queda corta para los conceptos actuales de violencia doméstica: un sultán venga la infidelidad de una esposa de su harén ejecutando a cada nueva cónyuge tras la noche de bodas. Tras tres mil mujeres muertas, el visir ya no sabe de dónde sacar más y su hija Sherezade, la del nombre con deletreo variable, se presta voluntaria para acabar con la sangría. El truco de Sherazade es contar una historia cada noche para atraer la atención del sultán, pero dejándola inacabada para que el cliffhanger mantenga en vilo a su marido y, obviamente, renuncie a asesinarla y quedarse sin conocer el final. Tras mil relatos de todo tipo, tres hijos, dos hipotecas, varias temporadas de The Mandalorian y las toallas bordadas con todas las formas de sus nombres, el sultán se da cuenta de que es mejor seguir casado con Scheherezade o la que sea que acude cuando grita algo parecido y ser muy felices para lo que les quede.Dentro del contexto social e histórico, la astucia de esta cuentacuentos la convierte en uno de los personajes femeninos más importantes de la Literatura, pues al final, se muestra como una heroína a través de la vía de la inteligencia.