Con los inertes ojos negros de un tiburón blanco, los muñecos de vinilo de Funko han devorado las estanterías de los comercios dedicados al coleccionismo de artículos relacionados con la cultura pop.
A mediados de este año, las figuritas de esta empresa americana con acuerdos de explotación de imagen con la mayor parte de la industria audiovisual, superaban los 6.000 modelos diferentes, incluyendo variantes de ediciones limitadas de apenas unas decenas de unidades que superan el millar de euros, cuando el precio normal ronda los 15. Las versiones doradas de Willy Wonka o del recientemente desaparecido Stan Lee pueden superar los 10.000 euros por su rareza, entiéndase también por su pequeño número.
Otra fuente de ejemplares escasos es la producción para las convenciones de aficionados como las ComicCon, que son ofrecidos a los participantes a modo de cebo, una vez garantizada la dificultad de su adquisición.
Por extraña que parezca una referencia al cine, televisión, videojuegos o música, es bastante probable que ya exista un trozo de plástico para representarla en este mundo de muñecos cabezones.