Una de las grandes mentiras de la geografía escolar es el concepto básico de continente. La definición no puede ser más ambigua y su numeración varía entre 3 y 7 continentes según los intereses de los educadores. Tampoco las placas tectónicas dan demasiada luz en un concepto geopolítico e histórico. En las listas, sólo la Antártida se mantiene, salvo que sólo se haga mención a los continentes poblados de forma permanente.
En nuestro sistema centrado en el mundo conocido por Occidente, se hablaba de las tierras que rodeaban el Mediterráneo donde África era realmente la costa septentrional del desconocido continente. Los límites de Europa no eran más claros, en algún punto de los Urales se unía a Asia, el mayor continente, pero físicamente, la masa terrestre era Eurasia y África, que junto con América y Antártida daban los 3 mínimos. Los americanos por su parte, no tardaron en separar América del Norte y América del Sur como dos entidades diferenciadas a las que se añadió Australia, y de forma más generosa Oceanía, incluyendo todo el sur del Océano Pacífico hasta Hawai y la isla de Pascua.
Al modelo políticamente correcto de 7 continentes (Europa, Asia, África, América del Norte, América del Sur, Oceanía y Antártida) no es difícil añadir el subcontinente indio, y si se trata de un documental de National Geographic, la Atlántida, el continente de Mu o cualquier masa terrestre levitada por la teoría de los antiguos astronautas, aunque antes de llegar a ese extremo, es mejor contenerse. Si hay algo peor que tratar de identificar los cinco continentes, es nombrar los Siete Mares, pero esa es otra historia. O geografía, más bien.