Resulta difícil despedir al Maestro Forges, ilustrador, guionista y teleco. Los diálogos encadenados de algunas viñetas de Aliphant rinden pleitesía a este insuperable forjador de vocablos absurdos y sinsentidos, de gruesos bocadillos y sencillez monocroma. Tenía la
humanidad de Mingote o Quino, esa preocupación por el bien y el mal que prevalecía sobre los discursos políticos o las tendencias. Su estilo no podía ser más personal, un trazo firme, lineal y sin florituras, prescindiendo de tramas o colores para llegar a la idea de la forma más limpia, y aun así colaboró en algunos álbumes con el también recientemente desaparecido Azpiri con un resultado que sólo podía ser fruto de ambas genialidades.
No se va un referente, porque su impronta persistirá para siempre, pero sí un compañero de viaje en este trayecto de la Historia.