Una página neozelandesa ha estado transmitiendo la primera disección por internet de un calamar colosal, que es un bicho algo más corto que un architeuthis pero más de dos veces más gordo.
El caso es que el pulpazo se estaba zampando un bacalao antártico, que estaba relleno de anticongelante, lo mismo que el gran Stephen King, cuando unos pescadores que iban por el mismo bacalao decidieron que el molusco era mejor presa. El calamar no se soltaba del pescado, así que lo congelaron con una red congelante de esas que sólo tienen los malos de Batman y se lo llevaron a Nueva Zelanda, famosa tierra de hobbits devoradores de cefalópodos.
Cuando llegaron al laboratorio se encontraron con media tonelada de calamar congelado. Y como no cabía en el microondas y descongelarlo al aire es un rollo, pensaron en contruir un horno de tamaño generoso. Cuando se lo pensaron mejor, se dieron cuenta de que no lo iban a amortizar con los pocos calamares colosales que se dejan atrapar y que no podían usarlo para hacer palomitas porque el atracón posterior podía ser mortal para cualquiera por muy hobbit que uno sea. Así que a otro científico se le ocurrió meterlo en agua salada y retransmitirlo por internet. Más barato quizás, pero no sonará la campana cuando haya terminado.
Tras la disección, los zoólogos deberán tomar una importante decisión: ¿en su tinta, a la romana o con salsa rosa?
Creo que es uno de los comentarios a la viñeta más raros que haya leído ¡Si hasta la viñeta parece más normal! Me ha gustado, oye