Aliphant en Solresol

Las lenguas artificiales de intenciones globalizadoras son como una droga para los lingüistas. Por una parte responde al ideal humano de comunicación universal entre los pueblos, a un paraíso alucinógeno del entendimiento entre las gentes. Por otra parte, de tener éxito, destruiría la diversidad lingüística que fascina a los investigadores ávidos de ejemplares ignotos como coleccionistas de mariposas.

El solresol es uno de esos sueños decimonónicos de lenguaje universal como tantos hubo. La principal diferencia, es que usaba las siete notas musicales en lugar de fonemas y que podía dibujarse sobre un pentagrama – al que le bastaba tres líneas, lo que le hacía una de las lenguas más absurdas y divertidas que podían pasar por las encopetadas testas del siglo XIX.

Como esta variante de la portada de Aliphant en solresol así lo requiere, a cada pentagrama le acompaña un fichero MIDI que reproduce el pentagrama asociado.

Tal vez su creador François Sudre no pudo ver la difusión de su lengua a escala planetaria allá por su publicación en 1866. Lo más seguro es que las generaciones venideras, tampoco.

No obstante, queda el recuerdo de esos Encuentros en la Tercera Fase en que humanos y alienígenas recurrían al lenguaje universal de la música para intercambiar sus sentimientos de buena voluntad. (Y devolución de rehenes abducidos).

Aliphant en Solresol

Aliphant en Solresol.

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