A veces explicar la historia de una civilización se convierte en un estudio de antropología. En el caso de ANT, en cambio, se hablaría de entomología, más bien.
En las sociedades antiana rudimentarias, los sensores primarios eran los que dictaban los rituales que se convertirían en costumbres con el tiempo. Su sensor olfativo, mucho más desarrollado en épocas primigenias hizo que la pertenencia al grupo se decidiera mediante una serie de feromonas. Dichas sustancias convenientemente ordenadas en un dispositivo dispensador del olor, formarían los blasones heráldicos de los clanes más antiguos de ANT.
Es el olor de los ant-cestros.