La Wally, Wally, Wall-E

Después de 25 viñetas con referencias a óperas, es difícil declarar que el argumento de alguna de ellas no pueda antojársele ridículo a alguien. En el caso de La Wally, (de Alfredo Catalani, 1892), la historia misma la hace irrepresentable.

 

Se trata de un drama amoroso entre tiroleses de familias rivales. Casi nada nuevo bajo el que derrite la nieve. El problema estriba en que cuando colocas un tenor y una soprano cantándose en una montaña nevada  tarde o temprano se desencadena una avalancha. Tras una brillante reconciliación y declaración de amor eterno, el personaje masculino es sepultado bajo el mismo alud que han provocado y la Wally, al encontrarse sola y deswalida, y en la terrible situación de tener que volver a salir para ligar, se arroja al paso de la avalancha. El papel del guión lo aguanta todo, pero crear un efecto de alud en un escenario y usarlo para el fin trágico, requiere cierto esfuerzo creativo y de momento predominan las  grabaciones acústicas de esta ópera. Las representaciones en escenarios reales obviamente también son poco aconsejables.

 

No obstante, la obra en sí merece la pena y contiene un aria que han interpretado todas las grandes sopranos: “Ebben? Ne andrò lontano”, creada por Catalani antes de componer esta ópera como Chanson Groënlandaise, y con texto original en francés de una poesía de Julio Verne recogida en Le Pays des Fourrures, (El País de las Pieles, 1873).

 

Como último desatino, la heroína de esta ópera se llama Wally como diminutivo cariñoso -más que justificado- de Walburga, que rima con menos cosas. Pero el apodo de la joven en la novela original de Wilhelmine von Hillern  es “die Geyer-Wally”, la Wally-buitre, porque escaló una vez hasta un nido de estas gráciles avecillas amantes del reciclaje.

Aliphant DXCIV
Aliphant DXCIV. La Wally

 

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