El Retorno del Rey de los Óscars

Marchando como en un desfile, la ceremonia de los premios de la Academia de 2004 tuvo la emoción de lo inevitable, de lo imparable, de lo que sabes seguro pero necesitas que se materialice ante tus ojos para permitirte creerlo.

El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey arrasaba aquel  29 de febrero con todos lo premios a los que podía optar: once de once. Cuando Spielberg abrió el sobre de la Mejor Película dijo: «it’s a clean sweep», gráfica expresión de la Mariana estadounidense para aquellas maniobras navales que han dejado el mar libre de enemigos.

La Ceremonia recuperaba a su mejor anfitrión, Billy Crystal, en una sucesión de galardones concedidos por algo que se echaba de menos en el séptimo arte: la dedicación en cuerpo y alma de sus creadores.

La Trilogía de El Señor de los Anillos no será por supuesto del gusto de todos, ni siquiera de los aficionados más acérrimos, pero la entrega demostrada por sus artífices debería ser la esencia por la que se entregan unos premios como los Óscars.

No se puede pretender medir el arte, ni aún mucho menos comparar sus variadas demostraciones entre sí y salir airoso, pero si vas a erigir vencedores de entre los vencidos, que lo merezcan de verdad.

Aliphant LXXXV

Aliphant LXXXV. Especial Óscars 2003 

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