El Principito de Maquiavelillo

Toda muestra de cultura dispone de una antítesis de disparate garrafal proporcional al alarde de ingenio que supone el conocimiento de la existencia de la primera. Es decir, cuanto más culto quiere uno parecer, mayores burradas comete.

El personaje de Qoph disfruta enormemente de esos alardes propios de su condición, aunque no obstante, su carencia absoluta del sentido del ridículo le permite llevar hasta el final sus interpretaciones disparatadas.

Sin embargo, tal vez el mundo sería un poco más feliz si en lugar de El Príncipe de Maquiavelo, con su portentosa justificación de los medios para llegar al fin propuesto, se tomara como referencia la filosofía soñadora de El Principito de Saint-Exupéry.

Hay que domesticar a la competencia…

Aliphant XXVIII

Aliphant XXVIII. El Principito.

Deja una respuesta